Saturday, October 07, 2006

4th Life: 29061999



El más profundo cambio en mi vida ocurrió ese día. Final de curso, mis alumnos ya casi no me necesitaban. Éste era el momento justo para irme definitivamente.

El día le que conocí supe que ése iba a ser el amor de mi vida. En medio de Carnavales en el año 97 le conocí. Un viernes por la noche. El sábado no quedé con él, pero lo vi caminando por la rambla. Yo iba en el coche de David con mis amigos, creo que de resaca. Y lo vi pasar. ¡Ése es el chico que les dije anoche! Bueno, yo creo que no me creyeron. El domingo quedamos y el lunes le dije que lo quería. Desde entonces no dejamos de vernos ni un día en dos años. Antes de conocerle no creía en eso de los flechazos, amor a primera vista y esas tonterías. Después de ese día me callé la boca. ¿Cómo es que nos enamoramos tan rápido? ¿Qué ocurre en nuestro cerebro para que nuestra razón se anule completamente cuando esa persona aperece dentro de nuestro campo visual? ¿Por qué nuestro entendimiento no nos avisa de que algo, tarde o temprano, no va a salir como nosotros queremos? Bueno, si fuera así, no habría trabajo para siquiatras/sicólogos/loqueros. ¡Qué complicados son todos los entresijos del amor!

Vivimos felices. Bueno, voy a hablar por mí: viví en una nube. Tú y yo. Lo pasamos bien, lo pasamos mal, pero siempre juntos. En esa nube, mientras estuviera con él, no me importaba que fuera de blanco algodón o gris ceniza. No me veía sin él. Yo siempre he dicho y digo que cuando uno está enamorado, siempre te verás con esa persona, no importa dónde, pero siempre con él. Yo soñaba con nuestra vida en diferentes sitios. Tenía visiones en las que nos veía en otros lugares, yo leyendo un libro, él llegando del trabajo y dándome un beso, pero no en nuestro piso, en otra parte del mundo totalmente desconocida para mí en ese momento. Ése era el futuro, con él, en cualquier parte. En esa nube estuve dos años. Y un día él se fue a una entrevista. No nos vimos durante dos días. Los dos días más largos de mi vida. Ahí yo creo que se rompió el hechizo. Mientras veas al amor de tu vida un día detrás de otro, lo conservarás, una vez que dejes de verlo, todo se derrumbará poco a poco, sin tú notarlo.

Cuando se puso enfermo, yo, que llevaba tanto tiempo sin fumar, empecé otra vez. Ésa fue mi única mentira. Claro que siendo un ex-fumador siempre encuentras la perfecta excusa. Y yo pensé que lo iba a perder y nunca, nunca había tenido tanto miedo en mi vida (hasta el día que asaltaron a Devan volviendo a casa. Desde entonces no puedo dormir cuando sale con sus amigos hasta que regresa, ileso esta vez, no gracias a mis noches en vela). Empecé a comprar cigarrillos de dos en dos, no sé si todavía en los estancos se puede, incluso hace ocho años tenías que saber dónde comprarlos a granel. No se si él realmente notó que yo había empezado a fumar, ahora no sé si realmente le importó.

No supe que realmente iba a morir de esa manera: repentino como fue el flechazo, así perecí. Flecha directa al corazón, sin veneno, pero efectiva. Cuando él se fue, no iba a ser para siempre, simplemente era otro lugar donde seríamos más felices, pero había que preparar el terreno. Él se fue primero. Dejamos el piso, me quedé con los gatos, mi vida retrocedió en el tiempo. Ahora volvía a vivir con mi madre, mi vida en cajas. Ése día se fue, y no le volví a ver más.

Todos los días hablábamos por teléfono, excepto cuando viajaba. Nueva York! Tokio! París! Milán! Yo estaba tan orgulloso. Incluso teníamos ese contrato en Movistar con dos números pero una sola cuenta y así nos salía más barato. Aun así, la factura mensual eran sobre las treinta mil pelas de entonces...Cada vez que yo pensaba en ir a verle, a él siempre le salía un viaje. Pero cada vez que le decía te quiero, el me decía y yo a ti. Yo me acuerdo exactamente de la noche del veintiocho. Yo estaba asomado a la ventana de mi vieja habitación en la casa de mi madre, fumando un cigarrillo y hablando con él. Y admirando la luna. Yo le dije: no te preocupes mi amor, esa luna que estoy viendo yo aquí es la misma que tu ves ahí, no estamos tan lejos. Yo era el que lo animaba a seguir adelante, a seguir con su sueño. Yo estaba tan enamorado que me sacrifiqué sin pensarlo dos veces.

Al día siguiente epónimo del título de este post, como todas las mañanas, llamada a las nueve y treinta (las ocho y treinta en las Islas Canarias). Buenos días mi amor, tenemos que hablar porque yo ya estoy preparado para irme contigo. Sí, de eso te quería hablar yo también.

Y lo supe.

Durante la hora que tuve que dar esa última clase del curso, no sé cómo lo hice, pero la profesionalidad que me caracterizó durante tantos años hizo su curso, yo ni me molesté en saber de que iba. Probablemente lo que yo realmente queria era que esa última hora nunca se terminara. Pero el tiempo nunca se para. Y le llamé otra vez. Y me lo dijo. No te vengas.

Fui al coche. Me miré las manos temblorosas. Pensé si podría conducir. Me dije, es todo bajada, no es mucha ciencia, he conducido boracho. Fui a la pelu. Llevé a Fran a la trastienda. Le pregunté si quería ser mi compañero de piso (teníamos la broma de que si algún día lo dejábamos, Fran y yo compartiríamos piso, cosa que nunca ocurriría). Y ahí acabó mi vida.

Si hay algo que pueda describir cómo me sentí es la pregunta en mi cabeza una y otra vez y mil veces y mil veces mil Y AHORA Y AHORA Y AHORA YAHORAYAHORAYAHORAYAHORA?
No había nada, futuro, vida, ilusión.

Me fui a Londres con un pasaje de ida. Tuve que volver después de dos semanas porque se me acabó el dinero. La primera vez que realmente lloré fue cuando el avión despegó desde Gatwick y yo sabía que regresaba al vacío.

Lo era todo y ya no tenía nada. Como se dice aquí me sentí "numb", dormido, paralizado, sin reaccionar. No creo que mis amigos me vieron llorar. No quería que mis amigos me vieran llorar. Pero todas las noches, agotado, me dormía de cansancio. No tenía futuro. Lo que hice durante los tres siguientes meses fue simplemente sobrevivir, mantenerme completamente ocupado, para no tener que pensar durante el día. Llegaba a casa a la una y lloraba hasta quedarme dormido, y me iba a trabajar a las ocho, con un pequeño lunch de una hora, hasta las ocho o nueve y luego al gym hasta las doce. Y así un día tras otro. Todos las noches apagaba mi teléfono y por la mañana introducía el PIN 29061999 29061999 29061999 29061999. Incluso cuando decidí volver a Londres y tener un móvil, ése fue el PIN que utilicé. Durante seis meses ésa fue mi terapia.

Y una mañana me desperté e introduje ese número por última vez. No me acuerdo de la fecha, pero sí del nuevo PIN: 03121971.

Y ese día volví a nacer.

3 comments:

ángel d. said...

This post is 7 years overdue. When you can talk about your previos lives, that means you've overcome your issues about them; I think I've done that by eventually telling you about 29061999. Thanks to all my friends who helped me, even when I was a thousand miles away.

Wxx

Ricardo Oveja Roja said...

lo increible, creo yo, es la capacidad que tiene nuestro subconciente de torturarnos, ¿qué maldita droga es la que nos da la ceguera a nuestra existencia cuando perdemos el amor? no lo se, pero no me apetece estar ciego otra vez, aunque tengo amigos que despues de no tener pareja durante mucho tiempo echa de menos incluso el dolor de la ruptura, siempre tengo pareja... aun no me ha dado tiepo de sentir nostalgia de ese tipo de sentimientos.

Me encanta cuando escribes en castellano porque ya eres ingles. Acuerdate para el proximo, que ya estoy esperando, que en el castellano el sujeto puede no estar presente en todas las fraces jeje, un beso muy fuerte y un abrazo.

P. QuiQue said...

Es curioso como se repiten las historias... (Ya veo que tenemos unas pocas en común ;) Espero verte pronto en London... Beso